Son incendios de gran intensidad y altamente destructivos para las áreas afectadas, liberando una gran cantidad de energía que puede dar lugar a la formación de nubes convectivas denominadas pirocúmulos.
Estas nubes, en ocasiones, pueden provocar la propagación de incendios secundarios. Debido a su potencia y características particulares, resultan extremadamente desafiantes de controlar y extinguir utilizando los métodos tradicionales.